Para no parar la economía, en la Casa Rosada descartan volver a los aislamientos masivos.
Ante la eventualidad de otro aumento de los contagios, el Gobierno descarta volver a los confinamientos amplios y generales. Analiza más bien una estrategia de cierres focalizados para moderar el impacto en la actividad económica.
Más allá de los contratiempos y la incertidumbre sobre las vacunas, en el Gobierno hay una certeza: volver a los tiempos de cierres o cuarentenas estrictas en todo el país es imposible. Y si la llegada del invierno –con su inevitable suba de casos– coincidiera con una prolongada ausencia de vacunas suficientes, en la Casa Rosada piensan en “alternativas”. Allí aparecen como opciones cierres por barrios, en donde surjan brotes, y hasta por manzanas. En el Gobierno evalúan que los cierres específicos evitarían frenar una economía maltrecha que según los números del Ministerio de Economía ha dado señales de recuperación, aun con la inflación como espada de Damocles.
“Para estos meses tenemos tres objetivos: vacunación, recuperación económica y presencialidad en las aulas”, coinciden dos voceros importantes del Gobierno. Y de inmediato apuntan a un camino de aperturas que, de no mediar una catástrofe sanitaria, no tendrá marcha atrás.
“Ningún sector económico de los que abrieron tuvo que volver a cerrar”, dice una fuente oficial. Da como ejemplos exitosos el de las automotrices, que cumplieron con los protocolos y siguieron funcionando a pesar de los picos de contagios. También el “renacer” de la gastronomía y hasta los teatros, “que también abrieron, pero la gente no va” por temor a infectarse.
“Cada sector se vino adaptando, y en el invierno esperamos tener a millones ya vacunados. Si eso no pasa habrá que buscar alternativas”, reitera otro funcionario, con los cierres parciales entre las hipótesis que se manejan en reserva. Los cierres “ligeros” y puntuales implementados por la canciller alemana Angela Merkel –que conversó con el Presidente esta semana– son “una de las opciones” que se manejan ante la eventualidad de un rebrote futuro de proporciones, comentaron las fuentes oficiales.
Al margen de las “demoras” reconocidas por las autoridades sanitarias rusas luego del envío de las 220.000 dosis de la vacuna Sputnik, a mitad de semana, nadie quiere cargar las tintas ni anunciar litigios con Rusia como el que sí encabeza la Unión Europea contra laboratorios (Pfizer y Moderna, por caso) que no han cumplido con los contratos de provisión de antídotos. “Esto es como comprar un departamento en pozo. Si no te lo entregan a tiempo, ¿vas a hacer juicio? Vos lo que querés es que te lo den lo antes posible para tener una casa”, grafican.
“En febrero van a empezar a venir muchas vacunas”, afirma otra fuente oficial, con una mezcla de convicción y esperanza, y algunas fichas adicionales puestas en la negociación con la china Sinopharm, encabezada por el embajador Sabino Vaca Narvaja.
La reciente nueva prórroga del período de distanciamiento hasta el 28 de febrero incluyó por primera vez el retorno a clases, una nueva realidad que en la Casa Rosada aceptan como inevitable, pero plena de riesgos. “Una cosa es el deseo, otra la certeza. Y certezas de que no se van a contagiar los chicos y sus padres no tenemos”, afirma un funcionario clave. “La vacuna nos va a permitir lograr la inmunidad, pero hasta que eso ocurra tenemos los protocolos”, reiteró esta semana a la nacion el ministro de Educación, Nicolás Trotta, que apuesta por el comienzo de clases a pesar de la oposición de los gremios. “No tuvimos problemas de insumos ni de respiradores. Pasamos fin de año sin grandes conflictos. Pasaron las Fiestas y los casos se amesetaron, todos estamos más restringidos de nuevo”, resume un vocero oficial.
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