La diputada provincial María Elena Romero (Juntos) presentó un proyecto de ley en la Cámara de Diputados de Entre Ríos a través del cual impulsa la declaración de «Patrimonio Histórico Cultural» al templete y demás instalaciones erigidos en el sitio donde murió Lázaro Blanco, ubicado en la Comuna de San Víctor, distrito Manantiales, en el departamento Feliciano, y el sepulcro del mismo, ubicado en el cementerio municipal de la ciudad de San José de Feliciano.
En su proyecto, la legisladora detalla que Lázaro Blanco «fue un joven que en el último cuarto del siglo XIX se dedicaba a las tareas rurales en San José de Feliciano, y como tal llegó a ser considerado un reconocido baqueano de esa zona del norte entrerriano siendo también un mensajero o chasqui que permitía la comunicación entre los pueblos en aquellas épocas donde la Selva de Montiel no conocía de telégrafos ni de correos postales. Según la tradición oral, una noche tormentosa, el jefe de Policía de Feliciano no conseguía quién realizará un viaje hasta la ciudad de La Paz, distante a noventa kilómetros, a llevar un recado con carácter de urgente a la comisaría de esa localidad del noroeste entrerriano y a su vez traer dineros para afrontar los emolumentos de la tropa policial
felicianera. La lluvia torrencial y los relámpagos estremecedores no amilanaron la valentía y servicialidad innatos en Lázaro Blanco quien aceptó la riesgosa comisión, cometido que varios chasquis previamente habían rehuido. Lanzado a cumplir la misión aquel 7 de septiembre de 1886, este mensajero siguiendo creencias populares, trocó su caballo tordillo por otro de pelaje gateado al observarse fuertes descargas eléctricas dado que se creía que el pelaje blanco del animal podría llamar a los rayos. Al recorrer aproximadamente 15 kilómetros, la intensidad de la borrasca hizo que el valiente mensajero buscara refugio debajo de un viejo algarrobo, donde fue alcanzado, él y el equino, por un rayo que fulminó a ambos».
La historia cuenta que tres días después «una partida policial halló su cuerpo y el de su caballo. Este sitio pasó
a ser una suerte de santuario. Allí se conserva el algarrobo derribado, una cruz y una placa con una frase que reza: ´Debajo de este añoso árbol cayó fulminado, por un rayo, junto a su caballo, el chasqui Lázaro Blanco, el 7 de septiembre de 1886´. Con el paso del tiempo, y empezando a consolidarse la ´leyenda de Lázaro Blanco´, el
lugar donde murió comenzó a ser frecuentado por mucha gente debido a la devoción popular que esta leyenda genera. Existen al día de hoy salas recubiertas con placas, flores, cintillas, banderas, rosarios, cartas, velas, entre otros tantos objetos de la más diversa índole que testimonian las muestras de agradecimiento de los miles de seres humanos que todos los años concurren a este sitio histórico a implorar favores o gracias. Existe además
un escenario y un quincho».
La legisladora entendió que «estamos ante esta suerte de ´santos populares´ que provoca en el norte entrerriano y en el sur correntino pero también en otras geografías un fenómeno movilizador de miles de devotos que rezan y le piden favores a Lázaro Blanco».
La diputada María Elena Romero se refirió a su proyecto de ley para declarar Patrimonio Histórico Cultural el templete y demás instalaciones erigidas en el sitio donde murió Lázaro Blanco, ubicado en San Víctor, y el sepulcro ubicado en el cementerio municipal de San José de Feliciano, donde descansan sus restos. La iniciativa tuvo dictamen favorable de la comisión de Cultura y Turismo.
En una entrevista con Radio Diputados, Romero recordó que Lázaro Blanco fue un joven baqueano y chasqui que en el último cuarto del siglo XIX trabajaba en San José de Feliciano y la zona del norte entrerriano. Según la tradición oral, una noche de tormenta, el 7 de septiembre de 1886 fue alcanzado por un rayo que fulminó a él y a su caballo.
Según la leyenda, Lázaro Blanco concede la lluvia ante los ruegos de los pobladores, aún en épocas de sequía. El lugar donde murió es frecuentado por mucha gente debido a la devoción popular que esta leyenda genera. Se conserva una cruz y un algarrobo derribado por aquel rayo. Existen salas recubiertas con placas, flores, banderas, rosarios, cartas, velas, entre otros tantos objetos en esa especie de santuario.
“Consideramos que el lugar donde murió y donde están sus restos en el cementerio deben ser declarados patrimonio histórico cultural, de manera que se preserve, porque vamos perdiendo nuestra identidad y nuestra cultura”, advirtió Romero.
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